1. Introducción

2. Propuesta y resultados

3. Conclusiones

La primera conclusión que podemos extraer es que el tejido asociativo en Andalucía a priori interesado en la defensa de los ecosistemas acuáticos y el DH al Agua parece bastante amplio. Aparte de las organizaciones más conocidas que trabajan esta temática como la FNCA, AEOPAS, RAP, WWF, Greenpeace, SEO Birdlife, Ecologistas en Acción (en adelante EeA, con 52 grupos de EeA en Andalucía) y la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua (con 21 organizaciones adheridas), también existen cientos de entidades de pequeño tamaño muy dispersas por el territorio andaluz. Una proporción importante de éstas ha venido participando en los últimos 10 años en el programa Andarríos. La amplitud de este tejido asociativo de carácter ambiental ha sido una de las razones por las que desde el proyecto DHAyEA hemos alcanzado, con unos medios de difusión bastante modestos y en un tiempo relativamente corto, un alto número de entidades adscritas (85), 402 personas participantes en actividades del proyecto y numerosos/as seguidores/as de los tres perfiles creados en redes sociales (Facebook: 433 seguidores/as, Twitter: 222 seguidores/as e Instagram: 169) que han ido recibiendo toda la información acerca del mismo (actividades, hitos, noticias, etc.).

Desconocemos hasta qué punto la situación extraordinaria debida a la pandemia de la COVID-19 ha influido negativamente o positivamente en los resultados del proyecto DHAyEA pero nos afectó desde el principio. El primer confinamiento en nuestro país se produjo el 15 de marzo a las 00:00, tan solo 15 días después del inicio del proyecto DHAyEA. Durante estos meses, debido a la brecha digital, fue más complicado facilitar la participación a las asociaciones de los núcleos rurales más pequeños (con menor cobertura), así como a las entidades formadas por personas más mayores. Ocurrió lo mismo con los colectivos y personas más ligadas al ámbito educativo, social y sanitario que se vieron desbordadas por la situación y exceso de trabajo. Más tarde, conforme avanzaba la pandemia y se producía una cierta adaptación de la sociedad en la utilización de webs y aplicaciones que nos permitían comunicarnos y reunirnos, tuvimos que trabajar en un contexto de un exceso de eventos a través de webinars y actividades virtuales.

Sí que conocemos que, como era de esperar, el porcentaje de participación fue bajando conforme proponíamos actividades que requerían un mayor esfuerzo e iniciativa. En las jornadas formativas participaron aproximadamente un poco más de la mitad de las asociaciones inscritas (55,3%). Y este porcentaje se redujo mucho más, a un 15,3% de las entidades inscritas a la hora de realizar alguna acción de incidencia, que fue la actividad que requería un mayor grado de compromiso y, dependiendo de los casos, un cierto grado de organización. Por tanto, la segunda conclusión que podríamos extraer es la debilidad de este tejido asociativo para la conservación de los ecosistemas acuáticos y la defensa del DH al Agua y la posible conveniencia de integrarse en redes de mayor alcance (Red Andaluza de la NCA, EEA) que les permitan afrontar actividades y acciones de incidencia con mayor apoyo y conocimiento.

Otra conclusión que nos gustaría compartir es que debemos hacer un esfuerzo en integrar en los proyectos educativos conocimientos y destrezas sobre aspectos de gestión y participación ciudadana, incidencia política y social, etc. Y no solo el conocimiento del entorno o medio ambiente que es lo predominante (geología, flora y fauna…). Como muchos programas de Educación Ambiental y sensibilización, Andarríos se basó en una premisa de sobra conocida que, con más o menos matices, viene a afirmar “Lo que se conoce se quiere y lo que se quiere se cuida y se protege”. Sin embargo, esta afirmación no es del todo cierta o, mejor dicho, es insuficiente o está incompleta. Es cierto que el conocimiento de un lugar (ecosistema, flora y fauna, etc.) es una condición importante, y puede jugar un papel interesante con la vinculación emocional y motivación para querer protegerlo, pero es generalmente insuficiente. Andarríos ha influido en muchísimas personas, como tantos otros programas de Educación Ambiental, generando la motivación suficiente para querer participar en la conservación de un río o acuífero. Sin embargo, el conocimiento ecológico de estos tramos de río no ha contribuido sustancialmente en aumentar la participación para su conservación o mejora. Difícilmente vamos a participar para conservar un ecosistema si no nos sentimos capaces de hacerlo y si no contamos con las habilidades y capacidades necesarias. Por eso, es tan importante la formación en participación en gestión del agua, DH al Agua y conservación de ecosistemas acuáticos, algo en lo que ha pretendido trabajar el proyecto DHAyEA de una forma práctica. Necesitamos aprender y desarrollar habilidades de participación, incluyendo entre estas habilidades la gestión de la frustración que nos provocará la dificultad de lograr nuestros objetivos, que no son fáciles en situaciones con tantos intereses encontrados. Por último, la motivación unida a esta formación de la que hemos hablado también seguiría siendo estéril si no encontráramos la oportunidad y medios para poder participar, los canales adecuados, otra de las líneas de trabajo que desde el proyecto hemos querido facilitar. Aquí juegan un papel crucial las redes y plataformas ciudadanas con una experiencia muy valiosa, pero también las distintas administraciones y las oportunidades que nos ofrecen para participar en los actuales planes sometidos a exposición pública, todavía en general un tanto rígidas y con déficits graves en términos de participación (presentación de la información, horarios incompatibles para la ciudadanía) pero con algunas mejoras en los últimos años. En resumen, cualquier proyecto que pretenda educar para la acción o educar para la participación debería, entre otros aspectos, tener en cuenta estas tres dimensiones comentadas que son “querer, saber y poder “, las tres condiciones básicas de la participación que gráficamente pueden representarse como una silla de tres patas: el “taburete de la partisi-pasión” (CRAC, Colectivo de Educación para la Participación).

La cuarta conclusión podría resumirse en que es necesario, deseable y factible seguir trabajando el feminismo de manera explícita en nuestras organizaciones y proyectos. La gestión del agua, conservación de ecosistemas y defensa del DH al Agua ha estado y está muy masculinizada, invisibilizando otras miradas y formas de hacer. Esta inercia provoca que sea frecuente que, pese a las desigualdades detectadas, la perspectiva de género no se considere como algo prioritario, siempre parece haber algo más urgente. Deberíamos realizar un trabajo previo en dos aspectos fundamentales, por una parte, en la sensibilización para la participación de las mujeres y, por otra, en la capacitación para una participación real y efectiva. Puede ser una buena opción la realización de grupos de trabajos más pequeños, o específicos para mujeres, donde sea más fácil participar y sean tomadas en cuenta todas las aportaciones. También es importante la necesidad de una participación igualitaria en espacios de presentación, formación y portavocía. Para ello, puede ser necesario el uso de la pedagogía, explicar y sensibilizar el porqué es tan importante la paridad. Una medida muy pragmática podría ser la búsqueda de referentes femeninos, elaborando directorios de mujeres expertas en la defensa del DH al Agua, la conservación de ecosistemas acuáticos o la gestión del agua. Además, realizar supervisiones de género de manera periódica nos permitirá, por un lado, detectar y medir las formas de participación (tiempos en el uso de la palabra, cooptaciones de palabras, interrupciones, qué propuestas se visibilizan y cuales se invisibilizan…) y, por otro, revisar tanto la forma y contenido en acciones y proyectos con el objetivo de incorporar una mirada interseccional. Por último, también pueden ayudarnos medidas relativamente sencillas, como recoger de forma explícita en los estatutos de los colectivos medidas sobre género y participación.

Como hemos comentado, uno de los objetivos principales del proyecto DHAyEA fue que las asociaciones participantes realizaran acciones de incidencia en función de sus posibilidades y del apoyo que pudiéramos prestarles. Aunque esperábamos un mayor número de asociaciones que se animaran en este propósito sí que nos ha sorprendido que las que han participado en este reto han organizado en su mayoría más de una acción de incidencia, lo que ha supuesto que casi dupliquemos nuestras expectativas iniciales por lo que podemos intuir un efecto cremallera. Es decir, una vez conseguimos romper el hielo con la primera acción, lo normal es que sea más fácil que la sigan las demás. También ha sido una grata sorpresa comprobar, al analizar el número y género de las personas que han participado en dichas acciones, que la paridad ha sido total, con 110 mujeres frente a 109 hombres que nos hace ser muy positivas sobre la metodología y estrategias de género seguidas desde el proyecto en este aspecto.